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La lectura es el viaje de todos aquellos que no pueden tomar el tren. Francis de Croisset




REENCONTRANDOME CONTIGO ~ (blog novela) ~ capítulo 1

viernes, 3 de diciembre de 2010

CAPÍTULO 1: SANGRE LATENTE

En Canadá, una pareja disfrutaba de la compañía del uno del otro mientras se abrazaban. Se encontraban sentados en un muelle, con los pies colgando y el agua a sus pies.


El hombre se llamaba Mike Hell, que venía de una prestigiosa familia de cazadores. Era un joven de unos veinticuatro años de edad, pelo castaño rebelde, ojos ámbar y tez tigreña. Alto, de aproximadamente metro noventa. Era conocido, no solo por ser el mejor cazador de licántropos y vampiros, sino por su actitud seria y hostil, aunque esta cambiaba cuando estaba con Susan, la mujer que era su esposa. Ella era un joven de unos dieciocho años, piel blanca, ojos azul verdoso como el agua de la piscina y el pelo lo tenía de un color negro azabache hasta la clavícula. No era muy alta, era de apenas un metro cincuenta y cuatro de altura. También era muy conocida, venía de una familia de artesanos, humilde y buena gente, trabajadores y ella, era encantadora.
Ciertamente, muchos del pueblo, aún no se explicaban como dos personas con tantas diferencias se habían unido, pero por el pueblo, no solo circulaban este tipo de habladurías, sino también de las amistades de la pareja.
Sus mejores amigos, hacía ya unos años que habían sido convertidos en vampiros. En un principio, sus amigos eran bien recibidos por los del pueblo, pero todo cambio cuando la muchacha, Carolina, cayó enferma y no había ningún tipo de posibilidad de salvarla. Pasaron dos semanas en las que agonizaba de dolor y se creía que no lo aguantaría más y Tom, su pareja, al ver que no había ninguna otra solución para salvarla, hizo un pacto con los vampiros. Les seria un siervo fiel si ayudaban a su esposa. Tom sabía que esa elección no era justa, pero también sabía que no quería perder a su mujer.
Los vampiros, tras reconsiderarlo, lo encontraron justo y los convirtieron a ambos.
Cuando los pueblerinos se enteraron los apedrearon y los echaron del pueblo, ellos no se defendieron. Aguantaron las críticas, insinuaciones e insultos que les lanzaban y finalmente, abandonaron el pueblo transladandose a una cabaña en el bosque que convirtieron en su hogar.
Susan aceptó en seguida la condición a la que se habían visto obligados a vivir ambos jóvenes, sin pasarle por la cabeza dejarles de lado. Pero a Mike le costo algo más. Él veía la condición de su amigo como una traición, y muchas veces salió en su busca y captura. Y todas las veces lo tuvo delante, y nunca pudo matarlo. Hasta que acepto que su amigo, seguía conservando su humanidad y dejó de cazarlo.

De nuevo con la pareja que se encontraba en el muelle, esta, descansaba mientras miraba la puesta de sol, había sido un día muy largo y ahora solo querían disfrutar de esos momentos juntos.
- Esta noche debo salir a cazar- dijo Mike.
La joven bajo la mirada y se entristeció, no le gustaba que él saliera de cacería, era un trabajo muy peligroso.
- No te preocupes, volveré- su voz sonaba convencida y la joven se vio más recomfortada cuando la abrazó.
-Sé que lo aras- dijo Susan, por primera vez, mirándolo con una sonrisa-siempre lo haces.

Se miraron con una devoción infinita, naufragando uno en la mirada del otro. Se fueron acercando y se fundieron en un dulce beso, mientras se mantenían abrazados.

Ya era de noche y la luna se ponía en lo más alto.
Durante el día, éramos los cazadores los que nos dedicábamos a la caza de licántropos y vampiros diurnos y por la noche, no parábamos de trabajar. Nuestro trabajo continuaba con los nocturnos que eran más peligrosos todavía.
En el grupo de los licántropos, habían dos clanes:
Los seguidores de Dorian y los seguidores de Ulrich. En un principio, Dorian era el manda más y era un lobo sabio y justo. Pero Ulrich, un joven lobo, salio con ideas vengativas por la caza de su especie, y, desgraciadamente, muchos lo siguieron. Ulrich ha sido el principal enemigo desde que la manada de Dorian lo puso en el grupo centinela y yo empecé como cazador. Desde ese entonces, nos habíamos declarado una guerra en la que uno de los dos, algún día, caería muerto.
Y con respecto al grupo de los vampiros, este, también se dividía en dos:
El grupo de la clase alta que era dirigida por Conrad, un joven vampiro con ideas pacifistas y de integración a la sociedad humana, al cuál había conocido a través de Tom. Y la verdad es que era digno de mi admiración. El segundo grupo, el de la plebe, mantenía ideas aniquiladoras y estaba dirigida por el hermano gemelo de Conrad, Gorth.
Mi deber como cazador es mantener el orden y evitar el ataque de estos seres a la población.

Me dirigí con mi grupo de cazadores formado por diez hombres al bosque, donde encontraríamos a nuestras presas o nos convertiríamos en ellas.
Algunos de los hombres que me acompañaban llevaban pistolas con balas de plata, otros discos también de plata. Todo aquellos que fuese de plata serviría para matar a un licántropo y a los vampiros o se les clavaba una estaca en el corazón para inmovilizarlos y clavarlos en un poste para dejarlos morir a la luz del día o bien, se les cortaba la cabeza con espadas o dagas inpregnadas de sangre de licántropo.
Patrullamos hasta llegar a un claro del bosque, era bastante espacioso. Los hombres que llevaban antorchas las clavaron en el suelo, entonces algunos de ellos se echaron sobre el pasto para dormir y el resto nos dispersamos para patrullar. Me adentré más en el bosque, caminando con cuidado para no hacer ruido. De vez en cuando saltaba algún tronco o apartaba las ramas de los árboles y lianas.
Era una noche tranquila, hasta que un grito despertó la paz durmiente del bosque.
Me giré deprisa y corrí en dirección al pequeño campamento que se había improvisado para esa noche. Yo ya llevaba media hora andando y corriendo, llegué en tan solo quince minutos, pero ya era demasiado tarde, no había nadie más que yo en el campamento y no se oía la carrera de algún otro compañero por la llamada del grito minutos atrás que había retronado por el bosque.
El silencio a mi alrededor me hizo sentir el miedo, pero no por lo que pudiera pasarme, sino por no volver a ver la sonrisa de Susan.
Cerré los ojos intentando calmarme, pero algo mojó mi mejilla, miré hacía arriba y la imagen que vi me dejo congelado. Me eche unos pasos hacía atrás, apoyandome en el árbol más cercano y vomité. Arriba, estaban los cuerpos de mis compañeros sin piel. Le habían quitado la piel mientras seguían con vida, y aún algunos seguían agonizando de dolor.
De entre lo arbustos salió Gorth, el vampiro jefe de la plebe.
-Vaya, es un honor tenerte entre nosotros, Mike- me dijo sonriendo y con una voz burlona.
-¿Porque les has hecho esto?- le pregunté- Sé que estamos en guerra y nos matamos los unos a los otros, pero esto...esto es atroz.
-Si, lo sé - empezó mientras miraba hacía arriba donde reposaban los cadáveres de mis compañeros- era el estilo de mis antepasados, no el mío.
-Entonces, ¿porque lo has hecho?-volví a preguntar.
-Porque hay alguien que te odia tanto que va a destruir tu vida-dijo con voz pesada.
-¿Va a destruir mi vida? ¿Quién?-esta conversación no estaba llevando a ninguna parte.
-No creo que puedas, pero-dijo mientras esbozaba una media sonrisa- ¿no hueles la sangre?- me preguntó, sus ojos empezaron a tornarse de un color carmesí.
-Claro, la sangre de mis compañeros- hice una pausa para tragar pesadamente-esta formando un charco entre nosotros mientras hablamos.
-No, esa sangre no- dijo- la que huele es la sangre de una chica cuyo perfume es de lavanda.
Sentí como si se me parara el corazón, la única que llevaba un perfume a lavanda, era Susan.
El pánico me recorrió la espina dorsal haciendo que todos mis sentidos dejaran de funcionar. Noté, como mis extremidades empezaban a temblar.
-Corre, y no te detengas hasta llegar a tu casa-me dijo la atronadora voz del vampiro.
Y como si su voz fuera la única en el mundo, lo obedecí. Retrocedí unos pasos y me volví corriendo hacía mi casa, dando grandes zancadas mientras mi corazón latía cada vez más y más deprisa.
En mi mente, solo había un nombre que resonaba: Susan.

Tarde casi menos de lo que me había costado irme y al llegar, me encontré con Carolina llorando arrodillada en el suelo, estaba sola. Me paré en seco con la respiración agitada de haber corrido y notaba como las piernas y las manos seguían temblando. Cuando ví a Conrad y a Tom salir de la casa con caras desencajadas noté que el mundo empezaba a girar y me mareaba. Ambos vinieron hacia mi cuando me vieron, extendiendo su brazos como para pararme.
-Mike, por favor-empezó Tom.
-Aléjate-le dije señalándolo con un dedo amenazante.
-Pero...-intentó Conrad.
-¡Alejaos de mi!- la furia se había disparado en mi.
Intentaron detenerme pero pude escabullirme de los dos, pero antes de poder girar en la esquina de la casa donde encontraría la entrada, Carolina se levanto del suelo y se plantó delante de mi. Tenía los ojos rojos de haber llorado y el rostro, manos y piernas manchadas de la tierra húmeda del suelo.
-Por favor Mike, ella no querría que la ultima imagen que tuvieras de ella, fuera esa.-me suplicó con lágrimas brotando de sus ojos señalándome la casa.

Caminé hacia ella y le puse una mano en le hombro y la miré, tenía los ojos suplicantes. Pero seguí caminando hasta la entrada para abrir la puerta. Entre en la casa, todo a mi alrededor estaba manchado de sangre, seguí caminando temiéndome lo peor. A mis pies, en medio de la sala, encontré el medallón de plata que le había regalado de niños, ella nunca se lo había quitado. Lo cogí y lo apreté en mi puño fuertemente. Seguí el rastro de sangre hasta la habitación que compartimos. Cuando vi la escena, no pude evitar que un grito ahogado de dolor saliera de mi garganta.
Ante mi, se encontraba el cuerpo descuartizado de mi esposa sobre el lecho.
Me arrodillé delante de la cama y lloré mientras besaba las sábanas.
-¿Porque ella? ¡PORQUE ELLA!


1 pétalo(os):

Anónimo dijo...

Me has dejado sin palabras O_O
me ha encantado, espero a los siguientes capítulos

besitos!!

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