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La lectura es el viaje de todos aquellos que no pueden tomar el tren. Francis de Croisset




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viernes, 10 de diciembre de 2010

CAPÍTULO 2: ADIÓS. INICIO DE UNA NUEVA VIDA (I)

Sabía que estaba siendo sostenido por Tom y Conrad, además de que sabía que sin ellos, no llegaría lejos.
A ambos lados de ese condenado corredor, había filas de bancos y muchísima gente sentada vestida de negro. Todos los allí presentes vestíamos de negro.
Yo continué dando pequeños pasos a través del pequeño pasillo hasta que llegue al final de él, allí estaba el ataúd donde reposaba mi esposa. Un ataúd de roble tallado a mano por el hermano de ella, y encima de él, una corona de flores que había hecho Carolina.
Normalmente, se abría el ataúd al público, pero en este caso, era imposible. En su lugar, se había puesto un retrato de Susan sonriendo, sentada en medio de un campo de amapolas con un traje blanco. Al final, caí arrodillado en frente del ataúd sin poder dejar de llorar, poco después, todo era oscuro.


Abrí los ojos con mucho esfuerzo, mis parpados me pesaban. Me encontré en una habitación desconocida. No veía muy bien, mi vista era bastante borrosa y al levantarme me note enmohecido y con un terrible dolor de cabeza. Me lleve la mano izquierda para aguantármela y cerré los ojos para intentar calmar el dolor.
-¿Ya estas despierto? Sera mejor que tomes esto.
Era Carolina con un cuenco, dentro, había un especie de brebaje de color verde que le había visto a...
Trague saliva.
Me era imposible pronunciar su nombre sin que se me rompiera el alma aún más, ahora que no la iba a volver a ver. Y de nuevo, las lágrimas brotaron de mis ojos.
-Te dejo esto aquí-dijo Carolina suavemente- cuando quieras, tómatelo, se te pasara el dolor de cabeza.
Y así como vino, se fue. Y le agradecí interiormente que me dejara a solas en esos momentos, porque no era capaz de articular una sola palabra sin destrozarme por dentro.
Tarde un rato en calmarme y al hacerlo, me tome el brebaje. El dolor no tardo mucho en desaparecer por completo.
Me levanté y me vestí con ropas que Carolina había dejado doblada en la silla.
Salí y me encontré con unos ojos negros y azules que me miraban desde el otro lado de la sala.
-¿Te encuentras mejor?-pregunto Conrad.
-Uhm-respondí levantando los hombros un poco.
Les mire en el mismo momento que ellos, ambos hombres, se miraban y se hacían una muestra afirmativa con la cabeza.
-Mike...-empezó Tom
-¿Quién fue?-pregunté
-¿Qué?, mira Mike-intento de nuevo Tom.
-Te estoy diciendo que me digas que quién fue-dije con rudeza.
-Ulrich-contesto Conrad apartando la mirada de mí- con ayuda de Gorth-declaro avergonzado de su hermano gemelo.
Apreté los puños cuando acabé de escuchar ambos nombres y justo de los dos seres que no eran santo de mí devoción.
-Mike, Conrad y yo queremos que te unas a nosotros- Tom dijo esto tan deprisa que no me dio tiempo a reaccionar.
-Medítalo si es necesario-continuo Conrad.
El silencio inundo la sala por varios minutos, aunque no era absoluto ya que este era interrumpido por el silbar de la tetera a presión que había en el fuego.
Respire profundamente.
-¿Cuánto tardaría en transformarme?-pregunte seriamente.
-Tres días -respondió Conrad-pero tardaras años en desarrollar por completo tus habilidades.
-¿Habilidades? ¿Qué habilidades?
Los tres vampiros que estaban en la sala, se pusieron en frente de mí. Sus ojos empezaron a tornarse carmesí. Conrad empezó a levitar, Tom hacía aparecer y desaparecer cosas y Carolina, al final, se metió en mi mente haciendo que viera aquello que quería ver, mi mayor deseo...
Paro.
Los otros dos dejaron de utilizar sus habilidades y posaron sus miradas en Carolina y luego en mí.
-No puedo creer que lo que más desees ahora es venganza en vez de volver a ver a Susan, aunque solo fuera desear ver su sonrisa.
Todos nos quedamos callados, con la cabeza agachada. Ella, solo negó con la cabeza y se fue de ahí.
-¿Estas dispuesto a esperar años hasta poder enfrentarte a Ulrich?-preguntó Conrad.
-Si-estaba dispuesto a hacer lo que fuera.
Los dos vampiros se miraron, y al volver la mirada hacía a mí, sus ojos se habían vuelto a teñir de un rojo chispeante.
Lo último que recuerdo de ese momento es ver a dos rápidas sombras abalanzarse sobre mi y sentir el frío marfil clavarse en mi piel.

Después, sentí dolor, ¡mucho dolor! Tanto que deseaba que me matarán. Me arañé como pude, ya que el dolor hacía que no parara de retorcerme. La garganta, después de una eternidad gritando me dolía y tenía sed. Sentí como en mi interior se rompía algo, huesos, tejido...no lo sabía, pero tenía la sensación de que no pasaría de ahí.
Hasta que en una milésima de segundo, mi corazón dejo de latir...





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1 pétalo(os):

Rocío dijo...

Muchas gracias por pasarte por mi Cafetera! Yo también te sigo, un saludo :)

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